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viernes, 29 de julio de 2011

los magistrados se deben a la Justicia. libres para aplicar leyes según práctica y conocimientos de su sana conciencia. no hay "invento que valga" ante la sabiduría de los pueblos.


Voy a nadar contra una corriente que se desliza por el país y parece llevarnos a mares cada vez más embravecidos. Leo con frecuencia cada vez mayor que las elecciones de octubre serán “únicas” en la historia de la humanidad. Algo inédito que asombrará al mundo del siglo XXI. A quienes hablan así, convencidos de la validez de su pensamiento, les pregunto, como lo hice en un reciente seminario, sin hallar respuesta: ¿Por qué únicas? ¿Qué tienen los bolivianos que no tienen o no tuvieron los franceses, los alemanes o los italianos para no imaginarse esta fórmula única de designar magistrados por voto popular en donde la democracia está afincada sólidamente?
Me podrían responder que los bolivianos somos innovadores. ¿Creen que Edison se rascaba la barriga cuando inventó el fonógrafo, la lámpara eléctrica y otros 1.091 inventos? (la cifra es correcta). Lo hizo tras una larga trayectoria acumulativa de conocimientos que lo convirtieron en uno de los más prolíficos inventores que transformaron la vida de la humanidad. (Fue, incluso, reportero, nos dice Wikipedia.) Lo propio puede decirse de Marconi (telégrafo) o de Christian Barnard (el primer transplante de corazón.) ¿Por qué estos ejemplo monumentales para hablar del invento boliviano de la elección directa de magistrados? Porque aquellos abrieron caminos para mejorar la vida de los seres humanos. ¿Y el nuestro?
Tengo la sensación de que este invento nacional nos llevará a un foso. Los magistrados no están para hacer la justicia más igualitaria o accesible a los sectores menos favorecidos. La justicia debe tener esos atributos, pero no son exclusivos ni principales. Los magistrados deben ser libres para aplicar las leyes según su propia y educada conciencia, de acuerdo a lo que aprendieron al cabo de años de estudio, práctica y conocimientos, independientemente de sus deseos de mejorar el mundo o la sociedad en la que viven. La obediencia a la ley debe ser el único de sus compromisos. En algunos países, los presidentes juran al cargo tras renunciar a sus vinculaciones con el partido político que los postuló. A partir de ese momento se deben a su país entero, no a una porción. Si en Bolivia no ha sido una práctica normal el ejercicio de una sana justicia, no es culpa de la justicia sino de quienes la ejercitan o de quienes designan a los magistrados. Eso no invalida la independencia dentro de la cual los jueces deben actuar.
Por alguna razón, Themis, la diosa de la justicia en la mitología griega, es universalmente retratada como una dama con los ojos vendados y con una balanza de equilibrio en las manos. Las leyes las aplican los jurisconsultos, los estudiosos, los ciudadanos probos. ¿Embarcaría Ud. a su hijo en un avión si supiera que el piloto es un buen profesor del barrio pero que nada o muy poco sabe de aviación? O ¿pagaría por asistir a una pieza teatral de Hamlet si supiera que los actores sólo jugaron rayuela? ¡Por favor! Tanto el piloto o los supuestos actores de esos ejemplos, así como quienes los hubiesen designado, estarían asumiendo acciones anti-éticas. De modo más directo, ¿confiaríamos en una justicia con magistrados elegidos de la manera en que se pretende elegirlos? Los propios propugnadores de este sistema, ¿confiarían en jueces que los juzguen sabiendo cómo han sido designados?
El camino que se ha emprendido es un callejón oscuro. Y creo que son muchos los que perciben los riesgos de caminar en él.

El autor es periodista
http:// haroldolmos.wordpress.com

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