A propósito de las elecciones para conformar el Poder Judicial es necesario hacer un poco de historia, pues ese caso que ahora nos atinge ya se dio especialmente en aquellos países de Constitución totalitaria donde el partido de Gobierno profundamente enquistado en el Legislativo elegía de entre todos sus partidarios ad hoc para conformar el poder judicial y justificarlo mediante unas elecciones dirigidas, es decir que el ciudadano solamente estaba condicionado para votar entre los elegidos por el Legislativo de mayoría absoluta del Gobierno. Ello era una simulación de que se hacía justicia verdadera en la elección de magistrados aún sin que tuviesen los méritos para acceder a las magistraturas, pues se consideraba que el mayor mérito consistía en ser profesional jurista perteneciente al partido de Gobierno que consideraba a su líder máximo, como poco menos que Dios.
Ahora en el Estado Plurinacional, a pesar de que los medios de comunicación y los partidos de oposición han manifestado sus críticas fundamentadas sobre la forma y manera en que se está planificando las elecciones de magistrados judiciales, principalmente en la “elección” previa de candidatos, que ya se hizo mediante el legislativo cuyos méritos no conoce la opinión pública y que sin embargo está obligada a asistir al acto eleccionario en octubre próximo, se pregunta: ¿Cómo vamos a votar si no conocemos los méritos de los candidatos? y ¿por qué se nos coarta la posibilidad legal de votar nulo o en blanco si no estamos satisfechos con nuestra propia conciencia de elegir lo mejor?
Si verdaderamente el Gobierno hubiera querido unas elecciones de magistrados del Poder Judicial donde la ciudadanía en general esté presente para demostrar al mundo que todo ello está dentro la legalidad y la verdadera democracia, debía haber dejado que el Órgano Electoral pertinente cual es el jurado nacional electoral sea el que planifique y organice la competencia electoral para conformar un verdadero poder judicial acorde con la esencia de la doctrina democrática donde los candidatos demuestren efectivamente merecer su intervención en la justa y hacer conocer su programa de acción sin estar comprometidos políticamente a intereses partidarios ni económicos ni mucho menos ser adherentes del Poder Ejecutivo. Solamente de esa manera se podría crear un plantel de magistrados cuya misión sagrada sea de verdad la justicia libre de los vicios que siempre han empañado la probidad boliviana que es tradicionalmente conocida aún en el ámbito internacional como inconfiable.
Por otra parte, en la actualidad miembros del Ejecutivo y Legislativo se han dado a la incorrecta tarea de lanzar amenazas vedadas contra cualquier medio de comunicación que se atreva a realizar intervenciones ya sean periodísticas, radiales o televisivas a los “candidatos” a la magistratura del Poder Judicial; es decir que el pueblo está impedido de conocer los méritos y programas de los participantes en las futuras elecciones de octubre, lo que en buenos términos quiere decir: que hay que votar “a ciegas” sin derecho a disentir el merecimiento o no de los “candidatos”, pues el derecho al voto nulo está vedado. Eso no es democracia de ninguna manera y puede calificarse de que las elecciones son dirigidas mediante una comedia democrática que a nadie convence, donde la masa de electores será engañada. Una vez más.
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