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jueves, 20 de octubre de 2011

la sabiduría del pueblo califica OPINION porque no se dejó engatusar, la prebenda no funcionó. tiene tono de soberbia el lenguaje de Evo. alguno tendrá que escuchar el mensaje!


Dos más dos es nomás cuatro. Por mucho que se pretendan forzar los resultados, no hay caso. Las matemáticas son una regla exacta. Ciertamente, se puede alegar que cuatro es mucho o es poco. Depende el patrón de comparación. Es lo que se quiere hacer cuando se afirma que si se suman los votos válidos con los blancos los resultados del domingo son positivos. Puede ser cierto, pero es nomás cerrar un ojo frente a la realidad política, que es de lo que reflejan los votos, por encima de las reglas.
Un primer dato es que el número de nulos no tiene precedente. El promedio en el país, que tiene gran experiencia por la cantidad de comicios de los últimos años, gira en torno al cinco por ciento. Y el de los blancos casi igual. Y el nivel de participación en el 2009 fue del 95,4 por ciento, mayor al del domingo. De modo que por donde se mire, la cuestión sale torcida. Y la gente no es estúpida. Ese resultado refleja su pensamiento. O su humor. Hay ocasiones en que los silencios son un grito de rebelión muy fuerte. Lo del domingo, por donde se miren o interpreten los números, es nomás grito de cansancio, estupor y hastío que no se puede dejar de escuchar. Cierto, no hay peor sordo que el que no quiere oír. Pero aunque sea por instinto de supervivencia, alguien en el Gobierno tendría que escuchar ese mensaje. Y sobre todo analizarlo. Eso al menos aconseja el sentido común.

Pero al margen de que alguien lo escuche y lo analice, hay consideraciones que vale la pena hacer. Propaganda, parafernalia, prebenda o cohesión no cambian la posición del pueblo frente a lo que considera justo o injusto, útil o inútil, verdad o mentira. Engatusar a la gente es perder el tiempo. Y como van las cosas, gastar esfuerzos y dinero inútilmente. Cualquier persona medianamente inteligente, sobre todo si es política, sabe que la prebenda no garantiza lealtad. Ni asegura votos. ¿Cuánto costó, por ejemplo, reunir tanta gente el miércoles antes de la elección en La Paz?. Pero además, ¿a quién se pretendió convencer de que toda esa gente llevada por las buenas o las malas representaba real apoyo al Presidente? El bono de mil bolivianos a los empleados públicos sonó más bien a soborno. Y seguramente hirió la dignidad de muchos que no tienen otra opción que ir a gritar consignas en las que no creen porque necesitan trabajo. Con toda la experiencia que seguramente tiene, vamos a suponer que el Presidente olfateó que algo andaba mal, aunque pronosticó un triunfo con el 70 por ciento. Tal vez por eso ofreció hacer una nueva agenda, ahora también con sectores ajenos a los de su entorno. Pero mal camino transita cuando el anuncio tiene tono de soberbia y tozudez frente al mensaje que, por fortuna, todavía sale de las urnas. Sobre todo si pretende que ésta que anda mal se considere primera gestión para proyectarse a la segunda, como dijo alguna vez.

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