La complejidad de las elecciones judiciales no solo se ha sentido en la etapa previa o en el mismo día del sufragio, sino que se ha comenzado a reflejar en las últimas horas en el conteo de los votos. La población cumplió con su asistencia a las urnas. Los jurados electorales y los observadores también han sido clave para cuidar el acto democrático del domingo. Ahora, la responsabilidad mayor sobre la última etapa del proceso recae en las autoridades del Tribunal Electoral, que han recibido críticas desde todos los flancos por las fallas en los comicios.
Hay una serie de señales en las últimas horas que causan preocupación y despiertan suceptibilidades. Apenas cerradas las mesas, el domingo surgieron órdenes y contraórdenes relacionadas con la difusión de los resultados oficiales parciales, que causaron alguna confusión en los medios de comunicación. Durante esas horas también aparecieron rumores en sentido de que las papeletas serían llevadas sin el conteo en los recintos y en forma directa a las oficinas departamentales del TSE, lo que finalmente fue desvirtuado. Otra desinformación generó ruido durante la instalación de la sala plena del Tribunal Electoral en Santa Cruz. En ese momento se dijo que había un cambio de planes y que las actas cruceñas se llevarían a La Paz, lo que tampoco fue cierto. A la hora establecida por ley, solo una empresa encuestadora ofreció a través de una red televisiva las primeras cifras recogidas en boca de urna y, más tarde, una proyección del conteo extraoficial de los votos. A diferencia de anteriores elecciones, los otros medios de comunicación y empresas encuestadoras no ofrecieron resultados de esta última, lo que limitó la tarea de cotejamiento de datos, que habría contribuido a tener información de más calidad y, consiguientemente, a una mayor transparencia. Para concluir una jornada difícil, el TSE tampoco dio resultado oficial alguno y pasadas las primeras 24 horas de la votación el conteo en ese órgano camina con una lentitud preocupante.
A estos hechos que generan dudas, se suman algunas declaraciones políticas que merman la confianza en las autoridades electorales. Tras la votación, el jefe del MSM Juan del Granado se adelantó en pedir la renuncia de los vocales del TSE. En otro escenario, el presidente Morales atribuyó el elevado voto nulo a la carencia de información sobre el proceso y los candidatos, tarea encomendada al órgano electoral. En la mañana del lunes, el presidente de la Cámara de Diputados no solo se quejó de las falencias informativas, sino que abrió el debate sobre la necesidad o no de flexibilizar la campaña en las futuras elecciones judiciales.
De su lado, el ministro de Comunicación dejó en suspenso la posición del Gobierno sobre los resultados electorales, ya que se esperan los oficiales, en los que pueden haber cambios importantes.
Por último, un enviado de la OEA cuestionó la insuficiente capacitación de los jurados, sobre todo para la etapa del conteo, donde se vieron dificultades.
En conclusión, hay un escenario cargado de suceptibilidades, dudas y rumores. Ante esa situación, lo recomendable es que el ciudadano no baje la guardia en la vigilancia de su voto durante el conteo. Tampoco el TSE hace lo suficiente para recuperar en estas horas su desportillada credibilidad. En ese sentido, lo podría lograr con amplia disposición a brindar la información que hasta ahora ha faltado.
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