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martes, 20 de septiembre de 2011

Cayo Salinas se refiere a las elecciones de octubre como una justa que cada día que pasa gana menos adeptos, porque el MAS niega la presencia de observadores y resulta siendo vital por el tema de "la transparencia"


Más allá del pataleo opositor y de las voces de protesta de la sociedad civil por la forma cómo se condujo el proceso para la selección de aspirantes a los más importantes tribunales de justicia del país, en octubre se llevará a cabo una inédita elección-ratificación que determinará la composición de dichos tribunales.
Lo dije antes y lo reitero ahora, sería poco serio cuestionar la presencia de los seleccionados. Independientemente de las inclinaciones de orden político que pudieran tener o de las partidarias que pudieran abrazar, los aspirantes están ejerciendo su derecho (legítimo) de elegibilidad, por lo que nada puede ni debe decirse sobre aquellos, pues son personas que, como cualquier otra, merecen respeto y consideración.
En este caso lo concreto es que sí habrá elección, sí debemos acudir a ella y, además, debemos hacer uso del derecho de elegir ya sea por alguno de los ‘números’ diseñados para dirigir el voto u optar por el voto en blanco o nulo. Siendo así y mirando la cantidad de aspirantes, es evidente que uno de los problemas que se presentará en el interior del Movimiento Al Socialismo será la forma como reaccionarán los ‘números no seleccionados’ por el aparato político. No todos podrán acceder a los puestos en disputa, cuando evidentemente todos desean hacerlo. La cosa se complicará si reparamos en el hecho de que en las ciudades donde es más difícil dirigir el voto consigna la gente no tiene conocimiento cabal de quién o quiénes son los aspirantes.
Yo conozco a unos cuantos, pero nada puedo opinar sobre ellos porque podría entenderse que estoy publicitándolos. Por tanto, el dilema por un lado será saber cuáles son los ‘números’ escogidos por el oficialismo para el voto en parte de las ciudades y en el campo, que es allá donde el control electoral es nulo y, por otro, cómo se sentirán los no escogidos, cuyo paso por la papeleta servirá únicamente para la anécdota. Ese es un dilema.
El otro, la falta de control de representantes de partidos políticos en las mesas de sufragio. El argumento para que así sea ha sido señalar que la elección de octubre difiere de las otras. No comparto ese argumento. Existe una convocatoria, luego el acto como tal con la gente en las urnas y posteriormente el recuento que arroja un ganador. No existe por tanto razón alguna para que no haya observadores, cuya presencia es vital para garantizar la transparencia del acto, así los rumores hablen de movidas informáticas que hay que tomarlas como eso, rumores.
Creo entonces indispensable acreditar observadores en todas las mesas electorales del país y pensar que quizá alguna institución pueda financiar la presencia de universitarios, a fin de que en cada recinto exista el adecuado reporte sobre el comportamiento del voto con el propósito de que el mismo pueda ser contrastado con los resultados oficiales. Así y solo así podrá aquilatarse en su real dimensión la respuesta del ciudadano ante una justa que, día que pasa, tiene menos adeptos.

* Abogado

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