Parte del país asiste con babieca algarabía a la supuesta mágica transformación del poder judicial con la posesión de sus nuevos operadores escogidos. Otra parte, observa con indiferencia el acto y los más, 47% sienten el tema como una espina de pescado atravesada en la garganta.
El que ganaran los votos nulos y blancos pasa a ser anecdótico por el momento. Y que sea el Presidente el que administre posesión, es una demostración más que ya ni se molestan en guardar las formas. Dentro de lo bizarro de la situación, debiere ser al menos el Presidente de la Asamblea quien tome juramento a sus elegidos. Pero ya todo da igual. Al final, la degradación de la Asamblea con su obsecuente accionar, solo se ha convertido en simple firmante de leyes y disposiciones enviadas desde el ejecutivo sin darse siquiera el trabajo de simular debates y todo ello bajo el impecable sistema propagandístico importado del Caribe.
Para los menos alienados al discurso gubernamental, la posesión de los nuevos jueces, es un acontecimiento que no tiene nada que ver ni con la transformación de la justicia, ni con la democracia participativa.
Este acto es un avance inequívoco en la pretendida hegemonía totalitaria para la que el oficialismo está demostrando riguroso apego. La libertad, como el derecho a un proceso justo, está con pronóstico reservado hace varios años en este país. Lo de ahora, es sólo la consagración del uso conveniente de ciertas formas democráticas con un claro trasfondo fascista. Esta imposición disfrazada, pone más que nunca al país al borde de un precipicio en virtud al cual se doblegarán nuevas voluntades y se concentrará mayor poder.
El Órgano Judicial debería ser considerado lo que es: el último bastión y refugio de los derechos ciudadanos contra la arbitrariedad del ejecutivo. Más bien que el ejecutivo de hoy no es necesariamente el de mañana.
El último de los gobernadores elegidos por mandato del voto popular está a estas horas, defendiéndose como un gato panza arriba, dando zarpazos en heroico afán de presentar al menos, pelea en su caída. Lo del Gobernador del Beni -cuya audiencia postergada para la víspera del carnaval- pretende ser una bufonada, pero es en el fondo irrelevante. Lo importante ya se hizo. Se desalojó a la legítima autoridad con argumentos de tan dudosa base como será la prosecución del proceso.
Para nadie es un secreto que una vez copadas las gobernaciones, la artillería se dirigirá hacia los medios independientes de comunicación adictos como son los oficialistas, a las teorías conspirativas.
Para demostrar su adhesión al estado de situación, el Fiscal General, con la obediencia debida, ha decidido en las últimas horas archivar definitivamente cualquier intento de investigación sobre la participación de SE en la represión a los legítimos marchistas del Tipnis, quien sabe en consideración a que el precio que pagó y continuará pagando por siempre en términos de imagen interna y externa, ya es suficiente sanción por el error o la omisión.
El comité de recepción a los nuevos marchistas, esos que le sacarán las castañas del fuego, exigiendo la carretera Villa Tunari – San Ignacio, será tan teatral como claramente financiada como reza desde ahora el presupuesto de este año, donde la antes siempre importante ley, se ha reducido a un papel pintado, en la que se puede borronear y alterar al calor de las contingencias.
Si lo que se está esperando es una espontánea y apoteósica adhesión de La Paz a esta marcha que avanza con la pólvora mojada, están perdiendo su tiempo. El pueblo paceño es un pueblo especial y mal harían los analistas gubernamentales en subestimarlo. Los paceños tienen una medida de sus límites diría que casi en radio frecuencia y similar longitud de onda. Cuando se le da la gana, hacer sentir grande a alguien y de pronto, en unos días lo aplasta como una hormiga sin que medie nada más que la espontaneidad de la gota que colma un vaso. Nada más semejante a una gran y temperamental olla de presión.
Los jerarcas plurinacionales para quienes la corbata de seda o casi seda se ha convertido en parte fascinante de la encantadora burguesía, se sienten muy seguros con su inédito Órgano Judicial Los vientos siempre son variables. Ya aprenderán que el hoy por ti, mañana por mí, no es un axioma inamovible.
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