El Jefazo habló de nuevo. Esta vez en una amplia entrevista concedida al diario español El País. Y como es de costumbre, lanzó las consabidas “evadas” infaltables en su discurso.
“No me hablen de justicia, por favor, no me hablen”, dijo, cuando el periodista le consultaba sobre el aluvión de votos nulos en las elecciones judiciales de octubre pasado.
“La derecha pidió a la gente que no fuera a votar”, alegó Morales, faltando a la verdad, ya que la oposición (de derecha, centro e izquierda) no llamó a la abstención sino a la anulación del sufragio.
Luego el mandatario cocalero se ufanó de haber abolido los criterios meritocráticos para la selección de magistrados: “¿Qué es la meritocracia? Es un grupo de la clase dominante que manejaba la justicia. Lo hemos eliminado. De eso sí nos pueden acusar”.
A confesión de partes, relevo de pruebas. De manera que Morales proclama abiertamente que ha politizado y parcializado al Órgano Judicial.
Algo sobre lo cual ya habían llamado la atención la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, cuando advirtió sobre la “crisis en la administración de justicia en Bolivia”; y el delegado en La Paz de esa misma instancia, Dennis Racicot, al hablar de “influencias políticas en la justicia”.
En este contexto, donde el sistema judicial es utilizado como instrumento de persecución contra quienes piensan diferente, se llega al extremo (registrado por la oficina de la ONU para los refugiados, ACNUR) de que existan más de 600 bolivianos exiliados en este momento.
Se trata, por lo tanto, de una crisis de derechos humanos sólo comparable a la época de las dictaduras militares…
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